LA LIMITACIÓN PARA NO CAMBIAR: EL AUTOSABOTAJE
Desde la disciplina del Coaching, se entiende que las limitaciones con las que las personas se suelen encontrar a la hora de poner en práctica un determinado comportamiento que les potencie, se deriva de un proceso específico que suele denominarse el Autosabotaje. En general, toda persona suele encontrarse con ciertas situaciones, en las que desearía poner en marcha algún tipo de actuación que le
beneficie, pero que siempre suele posponer, descartar o, incluso, sustituir por otra acción que puede ir en el sentido opuesto a lo deseado.
Cuántas veces se suele argumentar la inacción ante el deseo de un cambio de trabajo; o cuántas veces se realizan acciones contrarias al deseo de tener una mejor salud o mejor imagen personal, ejecutando patrones conductuales totalmente perjudiciales para los intereses propios (fumar, beber, comer de manera desequilibrada, etc.)
Se analizarán a continuación y en profundidad estos saboteadores personales, y los mecanismos mediante los cuales se pueden afrontar.
EL AUTOSABOTAJE
Definición según la RAE de SABOTAJE: “Oposición u obstrucción disimulada contra proyectos, órdenes, decisiones, ideas, etc.”
Autosabotaje: hacer algo contra los propios proyectos, órdenes, decisiones tomadas, intereses, etc.
Existen muchas maneras de autosabotearse y, desafortunadamente, pocas veces se da uno cuenta de que lo está haciendo.
Las causas del autosabotaje suelen ser inconscientes y las más comunes son:
1. La fuerza del hábito.
En psicología el hábito es “cualquier comportamiento repetido regularmente, que requiere de un pequeño o ningún raciocinio y es aprendido, más que innato.”
El diccionario de Psicología de Friederisch Dorsch lo define como una “Tendencia latente a una determinada conducta”.
Cabe mencionar que para que un hábito se forme en una persona, debe practicarlo durante varias ocasiones. Estudios recientes, indican que la adquisición de hábitos saludables como el practicar ejercicio suelen requerir una media de 66 días de repeticiones, para que se consoliden.
¿Qué hábito estoy desarrollando, y que me impide realmente realizar aquello que siempre he querido hacer?
2. La comodidad.
La comodidad es una tendencia adaptativa del ser humano; siempre suele requerir menor cantidad de energía permanecer en el mismo estado “conocido”, que invertir esfuerzo en algo que implique un cambio, a pesar de que a menudo estamos pagando el precio de no hacer lo que realmente deseamos.
En general, esta es una de las causas predominantes del autosabotaje en aquellas personas que buscan la satisfacción a corto plazo, puesto que a menudo, las ganancias de un cambio de comportamiento tendrán su aparición en el largo plazo.
Además, el cambio también comprende un riesgo desconocido que, a veces, no se está dispuesto a pagar o existe una distancia excesiva entre la situación deseada y la actual por lo que se suele tirar la toalla antes de emprender el camino.
Ya nos referíamos a la zona de comodidad, como la base para el mantenimiento de aquellos comportamientos que están aportando una dirección hacia el cambio y el crecimiento personal y por tanto al aprendizaje.
Resulta imprescindible emprender los primeros pasos hacia el objetivo, saliendo de la zona de comodidad, adentrándose en aquellas zonas desconocidas que permiten ampliar la experiencia vital, y crecer como personas.
Sabiendo qué comportamiento quiero cambiar ¿Qué recursos puedo/debo poner en marcha para conseguir cambiarlo?
¿Qué ventajas obtengo si no hago nada?
3. Miedos e incertidumbres.
Las propias inseguridades y bajos niveles de autocreencia o autoestima funcionan como UNA LIMITACIÓN a la hora de la toma de decisiones o confrontación de los cambios. Si se tiene miedo a fracasar en el objetivo, a menudo una forma de evitar el fracaso es la evitación.
Ej: no me presento al examen y así no lo suspendo (miedo a perder nuestra autoestima. O no le pido salir a esa persona y así no me dice que no).
¿Qué siento cuando pienso en cambiar ese comportamiento que me limita?
¿Qué me está diciendo esta emoción?
¿De qué me avisa o advierte?
4. Culpabilidad.
La culpa es una autocondena por sentirse no merecedor o indigno de algo, con lo que se pone en marcha un patrón inconsciente para autocastigarse y se pierde aquello de lo que no se es digno.
Ej.: evito las oportunidades de éxito por miedo a ser juzgado como no merecedor.
¿Cuánto de merecedor soy de ese cambio de comportamiento?
Lo que pretendo conseguir ¿me lo merezco?
Si mi autoestima fuese alta, yo mismo me diría que me lo merezco.
5. Pérdidas asociadas a la consecución del objetivo o al camino hacia él.
A menudo, el hecho de enfrentarse a las metas conlleva pérdidas, reales o imaginarias, que con frecuencia provoca que las decisiones de cambio, se vuelvan atrás.
Ej: quiero dejar mi relación de pareja y decido hacerlo pero al final, para evitar la soledad no lo hago y me conformo con la situación actual.
¿Qué pierdo, cambiando mi comportamiento?
¿De qué manera me afectará el cambio?
6. Necesidad básica del ser humano no satisfecha (seguridad, reconocimiento,…)
El comportamiento saboteador cubre en parte esa necesidad básica no satisfecha, por lo que no se abandona.
Ej: seguir enfermo por necesidad de cariño y atención; seguir en esa relación sentimental por el cariño y la atención que me presta.
En realidad, como se puede ver en todos los casos, detrás de cada comportamiento saboteador, se esconde una intención positiva. El saboteador busca un beneficio, aunque a menudo sea un beneficio que si se sopesa de forma racional, no llega a compensar.
Algunos beneficios que produce el saboteador:
○ Librarse de responsabilidades
○ Atraer la atención de los demás
○ Controlar una situación
○ Justificarse
○ La seguridad de no arriesgarse
○ Distraer la atención hacia otras prioridades
○ Evitar algunos sacrificios o esfuerzos
Algunos ejemplos que pueden aclarar el concepto:
o Te apuntas al gimnasio y no vas
o Quieres adelgazar pero rompes el régimen
o Deseas cambiar de trabajo, pero no envías CV
o Tienes un trabajo importante por hacer y en vez de empezar, lo
postergas y te pones a ordenar o a limpiar o a hacer cualquier otra cosa antes
o Sabes que la impuntualidad te perjudica pero sigues llegando tarde
o Continuar con una actitud en la relación de pareja que sabes que la
perjudica
o No tomar la medicina que te cura
o Pedir algo, por ejemplo, dinero y no encuentras el momento
o Postergar decisiones aunque sepas que pierdes tiempo y oportunidades
7. Hábitos no saludables
En muchas ocasiones, al hablar de las causas del autosabotaje, las personas se sabotean a sí mismas porque manifiestan una cierta resistencia a cambiar comportamientos que se llevan haciendo durante mucho tiempo. Suelen ser comportamientos ya automatizados, que se ponen en acción de forma inconsciente y
en ocasiones de manera instintiva. Este mecanismo genera una fuerte resistencia al cambio fundamentada en una serie de hábitos que nos impiden u obstaculizan el avance. Estos hábitos pueden ser denominados “no saludables” o “no efectivos”.
Son hábitos no saludables, por ejemplo:
– sedentarismo
– fumar
– impuntualidad
– comer en exceso
– dormir / descansar poco, …
Haz una lista de tus hábitos no saludables. Reflexiona sobre cada uno de ellos durante unos segundos, preguntándote:
¿Qué beneficios me aporta este hábito?
¿Qué argumentos (me digo) eximo para no cambiarlos?
Un hábito tiende a repetirse. A veces puede tratarse incluso de un hábito arraigado ya desde la infancia, que funcionó en su momento y hoy sigue repitiéndose sin plantearse si sigue sirviendo a aquellos objetivos que nos interesaban, o no.
Hábitos que respondían a las demandas de las situaciones familiares que se vivieron.
Una rabieta, un llanto ante determinadas situaciones, cierta rebeldía ante determinados comportamientos de los padres o hermanos, etc… La clave está en esgrimir si, la eficacia que conseguimos con nuestra forma de actuar de entonces, tiene vigencia a día de hoy. Traer nuestros pensamientos hacia el momento presente, nos
permite verificar si conseguimos lo que realmente deseamos en estos momentos.
La mejor manera de eliminar un hábito no saludable:
+ sustitución por otro más adecuado a los objetivos del cliente.
+ implantación de hábitos nuevos y la manera más sencilla es asociándolos a hábitos ya existentes.
Esto permitirá llevar a cabo unos comportamientos constantes, “rutinarios” y con un número de repeticiones suficientes para que el hábito saludable quede implantado.
La repetición de la conducta es la única manera de que un hábito quede profundamente anclado en el comportamiento de la persona. Implantar un nuevo hábito implica -por ello- un cierto esfuerzo y un nivel de compromiso considerable, hasta que queda automatizado en cuyo momento su reproducción se hará de forma automática.
8. Establecer Límites: la tolerancia
La tolerancia supone un enfrentamiento a una situación que no es exactamente como gustaría, pudiendo, incluso, implicar cierto nivel de enfado. Normalmente hay un juicio asociado a la tolerancia: «Estás equivocado, pero lo voy a tolerar». Sin embargo, respetar es diferente. La situación puede ser la misma pero al respetar desaparece el juicio dando lugar a una visión más neutral: «Respeto que seas quien eres».
Los valores, creencias y deseos son los mismos ante el respeto y la tolerancia, la diferencia estriba en la manera en que se procesa internamente la situación. Así, cuando se respeta, el coachee simplemente acepta la posición del otro sin resentimiento y teniendo claro que su propuesta sería probablemente distinta. Al tolerar, se queda atrapado en un «yo tengo razón, tu éstas equivocado» que provoca tensión interna. El sentimiento suele residir en aspectos relacionados con la propia identidad de la persona, y con cargas negativas relativas a una supuesta falta de criterio, fuerza o personalidad de uno mismo.
Llegados a éste punto y desde un punto de vista del Coaching, vale la pena una evaluación por parte del cliente sobre qué cosas tolera tanto de sí mismo como de su relación con el mundo, y cuáles de esas tolerancias le acercan o le alejan de sus objetivos o metas, ya que puede suponer una particular manera de autosabotearse.
¿Cuántas situaciones en la vida toleras, aunque sabes que te perjudican?
Una de las soluciones para gestionar las tolerancias es poner LÍMITES y cumplirlos.
Éstos actúan como fronteras que impiden pasar aquello que no sea potenciador, actuando como filtros que dejarán pasar sólo lo positivo para los intereses de uno.
Cada persona tiene sus propios límites, y unos más infranqueables y otros con un mayor grado de permeabilidad. Normalmente, aquello que no se tolera, suele tener una cierta vinculación con aquellos aspectos relacionados con la propia identidad. Con aquellos rasgos que definen a uno, y que son necesarios para mantener una posición determinada dentro del entorno.
9. Proactividad: Responsabilizarse
En el coaching es fundamental conseguir fomentar la responsabilidad del cliente puesto que es un factor crucial para el alto desempeño. Cuando se acepta, elige o asume la responsabilidad de los pensamientos y acciones, el compromiso con ellos aumenta y, del mismo modo, el desempeño.
El término Responsabilidad proviene de la habilidad de responder. Así, cada situación en la vida ofrece la oportunidad de responder, y de la manera en que se hace determina cómo nos sentimos y el resultado de nuestra experiencia. En definitiva, es la libertad de elección que tenemos frente a nuestras propias acciones en cada momento de la vida.
Así, se pueden diferenciar 2 tipos de responsabilidad:
-Reactiva: cuando se da una respuesta como reacción a un suceso o situación de nuestro entorno. Esta respuesta puede ser muy diferente en función de a quien se le achaca la responsabilidad de lo que ha ocurrido.
Por ejemplo: No he acabado el informe que me han requerido en el trabajo. Si argumentamos tal hecho en base a “no tengo tiempo debido a mis obligaciones familiares” estoy achacando mi falta de eficiencia a un hecho externo a mí, con lo que el margen de actuación para que no se vuelva a repetir queda realmente reducido a muy pocas opciones.
Este tipo de respuesta es autoexculpadora y aparentemente tranquilizadora, “yo me declaro como inocente de lo que sucedió asumiendo de esta forma el papel de víctima.
El problema de esa respuesta es que no nos hace parte del problema, pero el problema sigue existiendo y la persona se encuentra imposibilitada para cambiar la situación. Por otro lado, si ante lo ocurrido, se asume que pueden cambiar las cosas, nos convertimos en “protagonistas” y la respuesta reactiva nos llevará a actuar para solucionarlo y tratar de que no vuelva a pasar (por ejemplo, siendo más cuidadosos la siguiente vez que nos encarguen un informe en el trabajo).”
-Proactiva: cuando la actuación es previa a que el entorno demande una respuesta, anticipándose pues a los acontecimientos. Siguiendo el ejemplo anterior, podría ser algo como: “Me suelen demandar estos informes hacia final de mes. Voy a programar mi agenda para tener tiempo suficiente con el fin de entregarlos a tiempo”.
El PARADIGMA DE LA VÍCTIMA responde a un esquema basado en la experiencia del pasado, donde se encuentra la justificación perfecta para no motivarse hacia el impulso al cambio y quedarse en la misma situación de manera permanente. Si se centra la atención en excusas en base a que en el pasado siempre algo funcionó mal, se suprime cualquier intento de modificar una situación.
Por ejemplo, “La última vez que pedí ayuda a mis amigos, no recibí ningún tipo de soporte. ¿para qué voy a pedirlo ahora, si ya sé cuál va a ser el resultado?”.
Dejar que pase el tiempo, o excusarse en base a lo que sucedió anteriormente (aunque sólo fuera una vez), lleva a la postergación de la decisión y de la acción. Lleva, inevitablemente, al inmovilismo y a no salir de lo que se ha denominado la zona de confort.
El PARADIGMA DEL PROTAGONISTA funciona de una manera rectificadora respecto al pasado y planificadora en relación al futuro. La persona revisa sus experiencias previas en un mismo dominio, las evalúa y las rectifica o adapta a través del aprendizaje. En este marco, el futuro se enfrenta desde la planificación de las acciones a seguir en la consecución de un objetivo y la flexibilidad en su planteamiento a medida que se avanza hacia él.
Fredy Kofman habla del sentido de responsabilidad a partir de una toma de conciencia y de establecer un posicionamiento personal frente a los acontecimientos que surgen durante los ciclos vitales. Frente a la actitud del “Pusilánime” o de “alma pequeña”, propone ser Protagonistas de nuestras propias vidas. Un proceso en el que no se garantiza el éxito de un resultado favorable, en relación a las decisiones que se han tomado. Pero sí se brinda la oportunidad de actuar en base a nuestros valores, alineándonos a través de los tres niveles: comportamiento-emocional-cognitivo.
Resulta interesante recuperar, aquí, el concepto del Círculo de Influencia, para conseguir que el Coachee asuma íntegramente su grado de responsabilidad en relación a aquellos comportamientos que le están limitando. Fundamentalmente, por su vinculación con el concepto de responsabilidad del propio Coachee, necesario en este camino hacia el cambio de comportamientos limitantes.
Aquí se encuentra aquello que depende de alguna forma de nosotros. En el Círculo de Influencia puede crear, provocar o influir en lo que ocurre, ya que se es protagonista.
El punto clave de este modelo está en que el Círculo de Influencia no es fijo, se expande o se contrae según la percepción del cliente y especialmente según dónde se dirija. Es el enfoque lo que distingue la sensación de víctima de la de protagonista, y una vez más, esta elección es suya. Así, las personas protagonistas centran sus esfuerzos en el círculo de influencia, dedicándose a las cosas con respecto a las cuales pueden hacer algo. Su funcionamiento es positivo: se amplía y aumenta, lo cual conduce a la ampliación del círculo de influencia.
Por otra parte, las personas víctimas centran sus esfuerzos en el círculo de preocupación. Su foco se sitúa en los defectos de otras personas, en los problemas externos incontrolables y en circunstancias sobre las que no tienen ningún control. De ello resultan sentimientos de culpa y acusaciones, un lenguaje reactivo y sentimientos intensificados de aguda impotencia. La energía negativa generada por ese foco, combinada con la desatención de las áreas en las que se puede hacer algo, determina que su círculo de influencia se reduzca.
Únicamente cuando se pasa a trabajar en el círculo de influencia, cuando se centran en sus propios paradigmas, se empieza a crear un flujo de acción positiva que provoca el cambio de uno mismo y, finalmente, influye también en el resto de personas del entorno. La única manera eficaz de influir en las condiciones es trabajando sobre uno mismo en lugar de preocuparse por ellas.
Pero inevitablemente, se trabaja dentro del círculo de influencia a partir de una necesaria toma de conciencia sobre uno mismo, el propio comportamiento, la propia emoción y los efectos que se generan con ellas.
Aceptar otorga la oportunidad de concentrarse en los objetivos, en lugar de anclarse pensando en las cosas que no son como gustaría que fueran. Aceptar no es, en ningún caso, resignarse, sino expresar la valentía para aceptar los hechos. El proceso de aceptación pasa por reconocer que hay cosas sobre las que no se tiene ningún control, dejar de luchar y recuperar la tranquilidad. Aceptar permite dejar de ser víctimas de las circunstancias para ser protagonistas de la propia vida.
Entendiendo esto, se puede observar que el círculo de preocupación pertenece, según la lógica del Locus de Control de Rotter, a aquellos aspectos externos que no dependen exclusivamente de la propia actividad. Siendo así, parece evidente que priorizar la atención y, sobretodo, los actos a dichos elementos, no resulta adecuado y lleva al individuo hacia la frustración y hacia el sentimiento de víctima.
10. Ruptura de Compromiso
CAMBIO ACEPTACIÓN Vs QUEJA RESIGNACIÓN
Protagonista (Interno) Vs Víctima (Externo)
Reaccionar Vs Aceptar
Los seres humanos tienen la capacidad de generar compromisos y de actuar coherentemente con ellos. Se ha llegado a argumentar, incluso, que esta capacidad es una de las cosas que distinguen a los seres humanos del resto de los seres del reino animal.
Generalmente, se considera la idea de compromiso como dentro del orden de lo «moral», por lo que aquellos que no cumplen con su palabra son «malos» y aquellos que sí lo hacen son «buenos».
Desde esta perspectiva, se está esencialmente entrenado para contraer sólo aquellos compromisos que se está seguro de poder cumplir basados en la propia experiencia previa.
Culturalmente es costumbre asumir compromisos solamente cuando se está seguro de poderlos cumplir. ¿En qué datos nos basamos para estar seguros de que vamos a cumplir con nuestros compromisos? En los datos del pasado. Entonces, ¿de qué manera es posible crear un futuro diferente del pasado si para diseñarlo recurrimos a los datos del pasado? Esta realidad constituye un obstáculo que desalienta a asumir riesgos, dificulta la responsabilidad respecto de la acción y la relación con el compromiso, y limita las posibilidades de generar cambios positivos.
La declaración de un compromiso es el primer paso para lograr el futuro que se quiere, es decir, para el cambio. Un compromiso ocurre en la conversación como una acción lingüística que hace aparecer ciertas condiciones futuras como posibilidad que, al ser cumplida, se transforma en una nueva realidad.
El Coach debe siempre verificar el nivel de compromiso del cliente. Cada uno elige su nivel de compromiso y varía en cada momento. Las mejores técnicas son inútiles si no hay compromiso. Lo primero es asegurarse de la existencia de un verdadero deseo de cambio. Se puede prestar apoyo en clarificar o dar forma a este deseo, pero nunca podremos sustituirlo.
El compromiso define la relación entre un futuro que está totalmente determinado por circunstancias históricas y uno que puede ser influenciado, cambiado o creado por los seres humanos. Para el coaching, el compromiso ocupa un papel fundamental pues se considera la base para cualquier cambio profundo que se quiera realizar de manera intencional.
El compromiso con uno mismo y con los demás se basa en las promesas que se hacen.
Para garantizar resultados hay que asegurarse de sumar a la motivación el compromiso. Además, el compromiso se manifiesta en la acción.
Si ya sabes qué comportamiento tienes que poner en práctica para potenciarte y no autosabotearte:
¿Qué nivel de compromiso tienes hacia ese nuevo comportamiento? Puntúalo del 1 al 10 y reflexiona tu valoración.
¿Cómo te sientes de comprometido con tu voluntad de cambio?
¿Qué elementos podrían incluirse en tu plan de acción, para que tal compromiso aumentase?
EL FINAL DE LOS COMPORTAMIENTOS LIMITANTES: EL PASO A LA ACCIÓN
Sin duda, todo trabajo sobre comportamientos no tendrá efectos si no se propone y se insta a la acción, a la puesta en marcha de aquellas acciones que el coachee entienda que son necesarias para llevar a efecto el proceso de cambio que desea a nivel de comportamientos.
La acción es fundamental, puesto que afianza expectativas y promueve el aprendizaje, la acción implica resultados, los resultados implican feedback, y éste aprendizaje (y a partir de aquí mejora de habilidades o consecución de resultados). Se habla pues de un APRENDIZAJE a partir de la ACCIÓN.
Si bien ha quedado de manifiesto dicha importancia, no lo es menos que uno de los “enemigos” de la misma es la POSTERGACIÓN, un hábito no saludable, consistente como ya se ha contemplado en el presente módulo en dejar para otro momento algo que es importante hacer “ahora”. El papel del coach será detectar qué aspectos el coachee posterga, y acompañarle a la toma de conciencia y a su puesta en acción. La postergación viene causada porque:
1. La tarea, trabajo o deber, no nos gusta.
2. No sabemos resolver la situación.
3. La tarea es demasiado extensa y no sabemos cómo comenzar.
4. Por falta de tiempo.
¿Cómo pasar a la acción y evitar la postergación?
Es importante recordar lo que Aristóteles decía acerca de los hábitos… “Somos lo que hacemos día a día, por lo que la excelencia no es un acto sino un hábito”.
De aquí se desprende que la diferencia en ocasiones entre el “éxito” y lo contrario, está en los hábitos adquiridos y automatizados, y esto requiere de un entrenamiento y una preparación mental adecuada (se trata pues de una habilidad más, el hecho de priorizar tareas importantes, etc…), además de la correspondiente al aspecto físico.
Este entrenamiento se basará en la práctica y la repetición de acciones potenciadoras.
Acciones propuestas para evitar la postergación y “animar” a la acción:
• Tener claro el Objetivo. “Escribir una lista con 10 objetivos a conseguir en un plazo determinado, y redactarlos como si se estuviera ya en dicho momento, y se hubiera conseguido dichos objetivos (usar el tiempo presente y primera persona para que se integre de una forma más sencilla). Posteriormente seleccionar aquél objetivo que de lograrlo aportaría más a uno mismo y escribirlo en otra hoja diferente con todo tipo de detalle. Sobre dicha hoja, escribir también un plan de acción que acerque a su consecución, con fechas y plazos.
Un aspecto importante es definir al máximo el objetivo a conseguir (lo que requerirá de un amplio conocimiento del mismo), así como del plan de acción.
• Planificar: Supone establecer un plan temporal y de acciones para cada objetivo, pero sobre todo incluir dichas acciones en la AGENDA usada por cada persona (física o mental) de forma que se cree el espacio para su desarrollo. En caso de haber varios objetivos intermedios, fundamental establecer acciones para cada uno y si fuera difícil hacerlo de ésta manera, empezar por el futuro y de ahí al presente (es decir partir del momento en el que se ha conseguido el objetivo y retroceder hacia el momento presente).
• Elegir el sapo…y ¡comérselo!. Esta expresión conlleva el significado de decidir cuál es la acción cada día que menos apetece hacer, la más difícil, … es decir la que se suele postergar, y “autoimponerse” hacerla la primera de todas.
• Método ABCDE. Determinar entre todas las acciones a llevar a cabo y por orden de importancia, cuales son más importantes y ordenarlas por (ABCDE), e incluso si una tarea implica subtareas, ordenarlas con dígitos dentro de la categoría (A1, A2, …) de forma que se tenga claro cuáles son las acciones a llevar a cabo primero y consecutivamente cuáles serán las siguientes.
• Centrarse en resultados clave (Pareto). Tomando como referencia el principio de Pareto (el 20% de las acciones generan el 80% de los resultados), se trataría de analizar qué tareas son las que están dentro de ese 20% para que sean las primeras a llevar a cabo. Serán las áreas clave de ejecución y han de ser tareas que estén bajo la influencia a de uno mismo.
• Postergación creativa. Consiste en decidir qué acciones no se van a llevar a cabo o se van a dejar de forma intencionada para otro momento y para eso se practicará el “pensamiento de base cero” en todos los aspectos de nuestra vida preguntándonos:
“Si aún no estuviera haciendo esto, sabiendo lo que ahora sé, ¿lo volvería a hacer hoy?”. Si hay algo que no se empezaría hoy, sabiendo lo que ahora se sabe, se le aplicará la postergación creativa.
• Eliminando cuellos de botella. Tomar consciencia de qué acciones “suponen” un bloqueo a la consecución de los objetivos, es decir, qué acciones son cuellos de botella en el camino hacia las metas, para analizarlas y buscar medidas que ayuden a “descongestionarlas”.
• Loncha a loncha. “¿Cómo se come un ratón a un elefante? … loncha a loncha”.
Implica fragmentar una acción de gran envergadura, en otras más “livianas” para que se facilite la puesta en marcha.
• Priorización efectiva: Establecer realmente cuáles son las prioridades claras, empezando de inmediato por la tarea más importante y llevarla a cabo hasta que esté ejecutada en un 100%.
El plan de acción
La importancia de la acción como ya se ha repetido en varias ocasiones, se plasma en el Coaching, con la elaboración del plan de acción tras cada sesión, siendo una de las fases fundamentales del proceso de coaching pues es aquella en la que el compromiso del cliente con su objetivo se pone de manifiesto de manera más evidente o inmediata y porque es cuando el cliente se moviliza hacia su objetivo.
A la hora de diseñar un plan de acción se debe evitar confundir la planificación con la actuación. Se puede planificar una y otra vez, sin sentirnos preparados para la acción.
La planificación precede a la acción y la hace eficaz, no la sustituye.
RESUMEN FINAL
A modo de resumen final, se proponen los siguientes puntos aconsejables a tener en consideración para el trabajo con los bloqueos comportamentales:
• Las personas tienen cierta tendencia a poner en práctica ciertos comportamientos que pueden ir en contra de sus deseos. Son los denominados Autosabotajes, y entre las muchas causas que lo provocan se pueden destacar:
o Porque el ser humano se comporta así debido a un hábito adquirido.
o Por la comodidad de encontrarse haciendo aquello que ya conoce y se ahorra invertir tiempo y esfuerzo en cambiar.
o Por el miedo a los efectos que puedan llegar a generar dichos cambios en la persona.
o Por el sentimiento de culpa que se deriva de una baja autoestima y una sensación de no merecer ningún cambio en su vida.
o Por el sentimiento de pérdida que se deriva del mismo comportamiento limitante, ya que todo autosabotaje conlleva algún beneficio para la persona.
o Es importante recordar que el saboteador, en realidad, suele estar cubriendo o protegiendo alguna necesidad básica de la persona.
• Se han planteado otros comportamientos limitantes, como el desempeño de hábitos no saludables, la falta de planteamientos de límites sobre lo que no se desea o no potencia como personas (Tolerancia), la proactividad y la falta de responsabilidad sobre los propios comportamientos y, finalmente, la ruptura del compromiso.
• Las herramientas propuestas han girado alrededor de la ejecución de comportamientos alternativos para la adquisición de nuevos hábitos y su repetición; la responsabilidad y toma de conciencia sobre los efectos de los propios comportamientos; la alineación entre aquello que se hace (y no se quiere hacer) y lo que no se hace (y se quiere hacer); se han propuesto técnicas de visualización dirigidas a fomentar la acción hacia el cambio y la toma de conciencia sobre dónde se encuentra el cliente en este momento; el realizar una planificación realista y por fases, para no entrar en el planteamiento de objetivos inaccesibles; la búsqueda de referentes como modelo para aproximarse a un comportamiento que potencie al coachee, etc.
• Finalmente, dirigir todo esto hacia la acción para el cambio, como la base estratégica de todo proceso de Coaching. Comprometerse a través de un Plan de Acción que proyecte a la persona hacia la consecución de sus propios objetivos y, en este caso, hacia la puesta en práctica de aquellos
comportamientos potenciadores del cliente.
En este módulo, se ha tenido la oportunidad de adentrarse en la base conceptual de lo que se entiende, desde el Coaching, como el Proceso Cognitivo. Los planteamientos que se han trabajado vienen claramente determinados por aquellas propuestas derivadas del corpus de conocimiento de la Psicología, y que el Coach debe conocer para poder entender las bases de los procesos mentales que rigen nuestra conducta.
Todas las corrientes expuestas en este módulo, tienen su amplio corpus teórico derivado de sus años de estudio e investigación y, lejos de querer decantarse por una u otra corriente, el Coaching se presenta como una propuesta claramente ecléctica e integradora, con el fin de poder centrarse en la persona, en su presente y, sobretodo, en su voluntad de cambio y de proyección hacia el futuro.
Siguiendo, así, este esquema conceptual sobre lo que se entiende por dicho Proceso Cognitivo, los módulos que se trabajarán a continuación, se centrarán en dilucidar aquellos aspectos propios de las Emociones y, finalmente, de las Creencias que se centran en los posibles bloqueos y su manera de ser afrontados. Entender al coachee y sus posibles bloqueos requiere, de algún modo, que se entienda perfectamente cada una de las fases del proceso y se pueda gestionar los distintos puntos dónde se encuentre el cliente, para poder dar con aquellas herramientas que le apoyen en su proceso de cambio hacia sus propios objetivos.
Aquí, se han expuesto algunas de las muchas técnicas que se emplean desde la disciplina planteada, siendo obligatorio un análisis profundo de las otras muchas que existen desde cada escuela psicológica para, así, poder avanzar y mejorar en la futura tarea de ser Coach.
Es importante recordar que este proceso que ya se ha iniciado, requiere de una constante actualización de contenidos, teorías, herramientas y procesos de abordaje y, por lo tanto, llevará directamente hacia una investigación y lectura continua sobre lo que se está descubriendo en esta materia. Lejos de ser una limitación, se debe entenderlo como un avance y un esfuerzo hacia la mejora de vuestras propias habilidades como futuros profesionales del Coaching.